La permanencia de lo permanente
El artista plástico Eduardo Moscoso (Morona Santiago, 1964) tras sus estudios en Bellas Artes en la Escuela de Artes Remigio Crespo Toral, en la ciudad de Cuenca, cumple su anhelo de crear un espacio cultural en el barrio colonial El Vado. En el año 1996, El Museo-Café abre sus puertas con el nombre de: “Prohibido Centro Cultural”.
El Prohibido es un espacio de difusión, intercambio y crítica cultural que cumple principalmente dos objetivos: a) poner a consideración el corpus de la producción artística de su gestor (Eduardo Moscoso) caracterizado por temas religiosos con matices profanos; temas bacanales y eróticos; tanatológicos, exóticos-ancestrales; es decir, que raya en lo desacralizador, lo iconoclasta, lo antipolítico y lo anti-dogmático entre otros temas que la pacata sociedad cuencana de principios de los 90, los velaba o los auscultaba (por prejuicios enquistados por la moral religiosa impuesta desde la colonia) y b) acoger y visibilizar las manifestaciones artísticas de la diferencia u otredad, cultivadas en el medio creativo de la urbe.
Eduardo Moscoso ha visto la necesidad de incorporar un tercer objetivo: fomentar la creatividad artística y artesanal a través de talleres en donde los profesionales invitados de cada área proveen de los conocimientos teóricos-prácticos a los grupos de talleristas, quienes apelan a metodologías de aproximación estética que fomenta el reecuentro con la creatividad, la crítica y la camaradería, en una atmósfera de misterio y arte inquietante, característico del Prohibido Centro Cultural. Un espacio que, a través del tiempo, se ha legitimado dentro del canon artístico contemporáneo como motivo de estudios estéticos y museográficos.